6 de enero de 2011

Crónica de un Parto Natural después de una Cesárea

Por Romina González Copello
20 de Diciembre 2010

Sabrina, a unas horas de su nacimiento
Han pasado solo unos días desde que nuestra pequeña Sabrina dio su primer respiro en este mundo. El proceso de su llegada ha sido una lección de vida para nosotros, desde su concepción, gestación, el maravilloso trabajo de parto y hasta el retador alumbramiento.
Mi familia ha madurado y crecido con su llegada, está fortalecida más que nunca. Gazú es el compañero y padre fiel, dedicado y comprometido, Mael es el hijo y el hermano amoroso e involucrado, Sabrina es un ángel en nuestras vidas y yo soy una mujer fuerte, valiente, amorosa y feliz.
Mael y Sabrina

Desde que concebimos a Sabrina, los tres la esperamos con mucha ilusión y amores locos. Los primeros meses fueron algo retadores, por algunos malestares, pero luego vino un período de calma y mucho disfrute para los cuatro. Un embarazo tranquilo, saludable y armonioso, hasta la semana 32 en que a Sabrina le provoco darse vuelta y sentarse un rato, esto nos puso en alerta y a mí en angustia ya que en Perú no hay opciones en clínica de partos vaginales en bebes podálicos, así que practiqué de todo para apoyar a mi pequeña a rotar de vuelta a la posición cefálica (gateo, visualización, terapias energéticas, etc.), tomo unas dos o tres semanas que fueron harto difíciles por la experiencia previa y finalmente nuestra pequeña se acomodó para el parto.

Algo de la experiencia previa que me gustaría contar, es que Mael llegó a este mundo en noviembre del 2006 por cesárea, una de esas cesáreas “innecesarias”, en ese entonces hace cuatro años, Gazú y yo hicimos hasta donde creímos que podíamos y luego de escuchar el argumento “tu bebé se puede morir en tu barriga” decidimos ponernos en manos de la ginecóloga que nos trataba en ese entonces. La cesárea fue un sábado a las 2:00pm., la noche anterior empezó el trabajo de parto, estábamos ciertamente en la primera fase e imaginamos que debido a ello, a pesar de que pedimos esperar a ver cómo se daban las cosas, no se nos concedió la espera; a pesar de que pedimos conversar nuevamente con la doctora antes de ingresar a sala de operaciones, no se nos concedió esta conversación. La doctora nos mandó a decir que yo ya estaba programada y que seguiríamos adelante. Esto nos dejó un mal sabor, sumado al servicio poco amable y poco humanizado que recibimos en la clínica y sumado a los fuertes malestares físicos y emocionales que vinieron como producto de todo este accidentado proceso. Las razones de la cesárea, entre otras fueron, que me había pasado de la semana 40 (40 + 6), que mi bebé no había encajado y que su cabeza estaba oblicua, esto fue lo que nos dijo la doctora, mas adelante cuando tuvimos acceso a la historia clínica, ella mencionaba que había incompatibilidad céfalo pélvica.
Toda esta experiencia nos dejó un gran aprendizaje y decidimos hacerlo distinto la próxima vez.

Para el embarazo de Sabrina pasamos por 5 médicos, la razón de tantos especialistas involucrados fue la urgencia de 4 de ellos en operar, al igual que la vez anterior. Esto nos llevó a Gazú y a mí a buscar nuevas opciones y es así que llegamos a Pakarii casa de nacimientos, aquí empezamos a acudir a nuestros controles con la doctora Ángela Brocker, desde la semana 36 y paralelamente acudíamos a nuestros controles en la clínica en la cual daríamos a Luz, ya que a este punto habíamos encontrado ya a un médico, dentro del sistema, que se veía positivo con respecto a partos vaginales después de una cesárea, situación que semanas después cambió.

A mediados de la semana 40 de embarazo, el doctor ya no nos atendió en consulta, sino en sala de dilatación y nos sugirió por el bien mío y de la bebé una inducción de 6 horas y de no progresar ésta, una cesárea. Las razones del doctor para poner fin a mi embarazo fueron que se estaba prolongando el tiempo de gestación contemplado en los protocolos bajo los cuales él trabaja, que mi bebé aún no encajaba y que al no haber bajado ya era muy poco probable que descendiera durante el trabajo de parto, que yo tenía ya el antecedente de la cesárea anterior y que con esto aumentaba el riesgo de un desgarro uterino. De cualquier forma pedimos esperar y el doctor nos dijo “te doy 72 horas, el lunes 6 de diciembre como sea tienes a tu bebé en brazos”.

Ese lunes que debíamos ingresar por sala de dilatación para quedarnos, decidimos buscar al doctor en su consultorio para conversar con él de las opciones que nos quedaban disponibles para nuestro parto vaginal. Fue un momento muy duro ya que no encontramos apoyo en nuestra intención de traer a Sabrina a este mundo de la forma más natural posible, de la forma en que Gazú y yo creemos y confiamos, porque el procrear, el dar a luz y el nacer, está en nuestra naturaleza humana y divina y de no haber situaciones realmente riesgosas no tendríamos porque permitir que se interfiera en este proceso tan importante para Sabrina y para nosotros. El doctor insistió en la urgencia de tener a nuestro bebé ese mismo día, ya que teníamos 41 semanas y 1 día y esto estaba fuera de todo protocolo médico local (algo al respecto de estos protocolos es que en mi experiencia hoy por hoy, no están necesariamente basados en la realidad, sino tal vez en otro tipo de intereses que no consideran de manera humanizada a las mamás y a sus bebés). Recuerdo el último de sus argumentos que fue muy impactante para mí, me pidió imaginar que mi bebé moría y que luego de este evento yo tendría que someterme a la cesárea que no queríamos para sacar a mi bebé muerto de mi barriga y más aún, con el riesgo de que mi útero sufriera un daño irreparable (por mi condición de cesárea anterior) y de ser este el caso, me quedaría sin útero, con un solo hijo, con mi bebé muerto y mi cesárea, esto según el médico desencadenaría en una demanda millonaria hacia la clínica, debido a nuestra frustración. En buenos términos con el doctor decidimos entonces buscar una segunda opinión antes de tomar la decisión de inducir y/o operar. Ángela Brocker después de revisarme y revisar a la bebé, al día siguiente, nos dijo con serenidad y confianza “lo mejor es esperar”.

A partir de este momento Gazú y yo decidimos tomarnos estos días como vacaciones, una espera relajada y nuestra confianza de que todo saldría bien, llegaríamos a la clínica cuando estuviéramos avanzados en nuestro trabajo de parto y así éste sería inminente.

Martes y miércoles pensamos que empezábamos labor de parto pero en algún momento las contracciones (a pesar de ser intensas) paraban o se distanciaban, no fue sino hasta el jueves 9 por la mañana cuando empezamos el proceso que continuó hasta la llegada de Sabrina.

Durante todo el día estuvimos en amable actividad y alrededor de las 7:00pm. decidimos visitar a Ángela para que nos contara cómo íbamos y así tener una idea de a qué hora sería lo más conveniente llegar a la clínica, Ángela nos contó que estábamos en 3-4 de dilatación y que alrededor de las 2:00 de la madrugada tal vez sería un buen momento, pero que finalmente yo “sabría mejor que nadie”.

Es así que a las 12:00 de la madrugada estábamos ingresando a la clínica; lo que encontramos ahí, ciertamente cambió el rumbo de todo. Desde emergencias se comunicaron con nuestro doctor quien indicó que fuéramos atendidos por el médico de guardia, a nuestro parecer él ya no estaba en disposición de atendernos. El médico de guardia a pesar de constatar que estábamos ingresando con 5 de dilatación, latidos de mi bebé estables y buenas contracciones, sugirió operar por todo lo expuesto anteriormente por nuestro ex médico tratante, adicionalmente nos dijo que nuestra bebé era grande (según ecografía del 7 de diciembre pesaba un promedio de 3,700kg) y esto dificultaría un parto vaginal. Sumado a esto, la frialdad en el manejo del personal, quienes al llegar nos entregaron una serie de formatos para llenar y firmar, entre ellos el consentimiento para el uso de la anestesia epidural en el cual yo necesitaba declarar estar al tanto de los riesgos y posibles efectos de ésta, con la presión de la obstetriz en firmar ese papel expresamente, ya que según ella, en unos minutos yo “no sería capaz de tolerar el dolor”. Pese a nuestra insistencia, el médico de guardia se mantuvo en su posición de operar, por lo que decidimos abandonar la clínica, para lo cual tuvimos que firmar un documento con carácter de declaración jurada en el cual exonerábamos a la clínica de cualquier responsabilidad derivada de nuestra decisión.

Dar a luz en una clínica, hasta antes del  parto, me daba cierta seguridad debido a toda la información que los doctores transmiten sobre posibles riesgos para mi bebé y para mí, tales como  el desgarro del útero, muerte intrauterina del bebé, etc., y que de presentarse complicaciones el salvarlas exitosamente depende primordialmente de la capacidad de reacción rápida, es por eso que hasta esa noche del 9 de diciembre, nuestra alternativa era dar a luz en la clínica.
Luego de salir de la cínica Gazú y yo nos encontrábamos en medio de la madrugada, solos, con fuertes contracciones y por un momento sin saber qué hacer y a dónde ir; a la 1:30 am. llamamos a Ángela Brocker, mi primera petición fue que nos acompañara a otra clínica a dar a luz pero esto no era posible ya que nos encontrábamos en la mitad de un proceso, y lo cierto es que yo realmente no quería volver a ninguna clínica a encontrarme con lo mismo. Es así que con el apoyo de mi esposo logré clarificar lo que quería, que lo más conveniente era llegar a parir al lugar en donde mejor y más segura me había sentido durante mi proceso de embarazo, con Ángela en Pakarii y ella amorosamente accedió a pesar de no haberlo programado con anticipación, como es de costumbre para un evento de esta naturaleza. A partir de ahí, las siguientes 21 horas fueron en un ambiente amoroso, cálido, resguardado, amable, con profundo respeto por nuestra intimidad y nuestros deseos.

Romi en Pakarii
Hice un trabajo de parto con mucha serenidad, con concentración, conectada conmigo, con mi cuerpo, con mis emociones y tomando consciencia a cada instante del proceso, fue diferente a lo que hubiera imaginado; a pesar del dolor, recuerdo haber subido y bajado las escaleras de la casa en varias oportunidades al lado de mi esposo (compañero inigualable, su fuerza y mi fuerza hicieron una fuerza invencible) inclusive llegando a 10 de dilatación no dejé de moverme y mantenerme activa, esto apoyó muchísimo a mi confort en el proceso. A las 4:00pm. del viernes 10 de diciembre estábamos ya en 10 de dilatación, solo faltaba el descenso de Sabrina, que fue la parte más complicada de atravesar porque nuestra pequeña se tomó su tiempo. Luego comprendimos de alguna manera porqué en las clínicas no se atienden partos normales con bebés no encajados, tal vez y son demasiadas horas de espera con una mujer parturienta y esto pueda resultarles engorroso, molestoso y hasta poco rentable en cuestión de tiempos.

Romi atravesando una contracción
Entramos al agua caliente, el cuerpo se relajó y las contracciones se fueron intensificando aún más, esto apoyaría al descenso de Sabrina. Estuvimos en el agua hasta las 7:30pm., Ángela a nuestro lado en todo momento, centrada, guiándonos en el camino hacia el alumbramiento.

Alrededor de las 8:00pm. los deseos de pujar empezaron a llegar lentamente, a las 8:30pm. se rompieron las membranas y desde ahí todo fue en picada, por la velocidad y la intensidad de las contracciones y por el agotamiento. Fueron momentos difíciles en los que me sentí verdaderamente a prueba conmigo misma y con la vida, el dolor era intenso y en un punto sentía que ya no podía más, probamos varias posiciones, yo no sentía deseos de pujar en todas las contracciones, solo en algunas, lo cual podía resultar confuso para mí y para las personas que nos estaban apoyando en el parto; además, debido a la intensidad del dolor, algunas de estas posiciones no me apoyaban, hasta que finalmente decidí mi posición, colgada de una manta amarrada a un tronco de madera que cruzaba la habitación. Recuerdo este momento con mucha lucidez, lo cual es paradójico ya que por el agotamiento y el dolor no me era posible hablar y expresarme, pero lo recuerdo, recuerdo dejarme caer y pujar con mucha fuerza en cuclillas, colgada de la manta, Gazú me sostenía por detrás, Ángela sentada en un banquito adelante mío recibía mis pies en sus rodillas y dos doulas maravillosas tomaban mis  piernas y las abrían para permitir el paso de mi bebé, recuerdo levantarme una y otra vez (sostenida por Gazú quien me incorporaba cada vez) después de cada contracción y dos o tres pujos por cada una de ellas. Recuerdo también entre contracción y contracción recibir líquidos y pedacitos de frutas que me eran provistos por las doulas que nos acompañaban y sobre todo recuerdo la confianza de Gazú reflejada en su amorosa energía, su serenidad y sus palabras “tu puedes hacerlo”, “ya falta poco”, “esto es lo que tú querías”, “te amo”, su confianza en mí verdaderamente me sostuvo y contuvo en todo momento; además, recibí por parte de mi compañero indicaciones precisas en los últimos instantes antes del nacimiento “ahora respira una vez, una vez más, ahora puja, puja una vez más”. Fue cuando sentí coronar a Sabrina, el famoso anillo de fuego en mi perineo, en ese momento la energía retornó con fuerza, verdaderamente sentí toda esa energía que creía perdida después de tantas horas en dolorosa vigilia y retomé los pujos más sostenidos, más largos, más fuertes, a partir de ahí Sabrina salió en 5 o 6 pujos más. Verla por primera vez fue maravilloso, yo estaba extasiada, en breves instantes me la entregaron y con el cordón umbilical aún latiendo la pusimos en mi pecho, fue increíble sentirla tan pequeñita, tan calientita, Gazú y yo nos miramos, nos besamos, lo logramos!! La placenta salió entera sin esfuerzo alguno y Gazú cortó el cordón. Luego pedí recostarme en la cama, con mi bebé y mi esposo y así, tal cual recibimos a Sabrina y tal cual ella llegó a este mundo, nos acostamos piel con piel, con unas frutas al lado, simplemente a disfrutar de ese preciado momento tan esperado. Ángela suturó un punto en mi perineo por un pequeño desgarro, revisó que todo estuviera en orden y nos dejaron a los tres descansar.

Romi y Sabrina a la mañana siguiente, el 11 de Diciembre
Sabrina nació por parto natural, contra todo pronóstico, a las 10:56pm. del viernes 10 de diciembre de 2010, a las 41 semanas y 5 días de embarazo; luego de un largo trabajo de parto que comenzó el jueves 9 de diciembre a las 9:00am, 38 horas después la teníamos con nosotros, con 3,500 kg y 51 cm. sanita y alerta, ella compartió el lecho de su primera noche con mamá y papá, que mejor bienvenida.


Gazú, Romi y Sabrina, saliendo de Pakarii el 11 de Diciembre
Finalmente no hubiera sido necesario ponerle fin a mi embarazo en los tiempos indicados en los protocolos médicos, ya que todo anduvo bien y el parto y los resultados lo comprueban; tampoco fueron necesarias intervenciones médicas comunes en los partos tales como suero, oxitocina, epidural, episiotomía, etc., ya que al dejar el proceso seguir su curso, tanto mi cuerpo como el de Sabrina hicieron lo suyo. Aprendí muchísimo acerca de seguir mi instinto y mi naturaleza, algo que en algún momento olvidé en el camino, recuperarlo para mí ha sido como hallar un tesoro. Renové la confianza en mí misma, en Dios y en la vida. Aprendí a valorarme más por quien realmente soy y reconocer todas esas virtudes y fortalezas que poseo. Para mí ha sido un paso enorme en mi desarrollo, estoy feliz y satisfecha con las elecciones que me trajeron a este punto, atravesé mis temores más arraigados con confianza, amor y enfoque, he vuelto a quien realmente soy en esencia. En resumen el nacimiento de mi bebé se convirtió a su vez en mi renacer personal.

Romi y sus bebés, Sabrina y Mael


14 comentarios:

  1. Romi, que hermoso... me has hecho llorar.
    Estoy feliz por ti, por esa fuerza y valentía que te has demostrado y que siempre estuvo en ti! por sostener lo que sabías que querías con firmeza desde tu centro y con resposabilidad, sé que el sistema puede ser muy atemorizante! Y me alegro mucho por los dos! porque sé que esta ha sido un gran experiencia también para Gazú... una experiencia de crecimiento para los dos como personas y también como pareja y familia!
    Los quiero mucho.
    Pao

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  2. Romi, muchas gracias por compartir tu experiencia con nosotros.
    Besos,
    Ruth

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  3. Hola Romi, soy tu tía Marucha, me has emocionado realmente, te felicito por ser tan valiente y por el marido tan leal hacia ti y la familia que han formado, bajo esos valores Uds van ha salir adelante en cualquier circunstancia que la vida les de, estan fortalecidos y estan practicando el origen de como deben ser la cosas y han dejado de lado la parte comercial en lo que comodamente nos apoyamos, un parto es tan importante, se inicia la vida ya fuera del confort del nido (utero)el paso por el canal vaginal es tan necesario para nuestra lucha en la vida, en fin querida que Dios los colme de bendiciones, los quiero

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  4. Romi: Que maravilla!!! realmente como te dije antes, eres una guerrera!!!, que experiencia tan maravillosa y enriquecedora, Gazu y tu han sido muy valientes y ojala que esta publicacion pudiera llegar a muchas personas, yo tambien pienso como tu,le han dado un sentido comercial a algo tan maravilloso que Dios nos dio como legado a nosotras las mujeres, no tengo mas palabras, todavia me dura la emocion!!, te quiero mucho ahijada mia, lo mismo a Gazu, tu fiel y valiente compañero, Dios los bendiga, tu tia Ana Maria

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  5. Romi querida, es impresionante lo que has vivido y desde mi corazón felicito tu fuerza y tu voluntad que siempre demostraron ser abundantes.
    Me gustaría agradecerte también la experiencia que compartiste con Gazú, porque a través de la enseñanza de dos mujeres extraordinarias, ha avanzado más hacia el hombre que existe en su esencia: equilibrado, justo, evolucionado.
    Un abrazo fuerte y gracias por escribir esta sabia historia Y un gran abrazo a tu linda familia. Felicitaciones!
    Carmen Rodríguez

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  6. Romi, hoy por fin me di el tiempo de leer tu crónica, y la verdad se me ha puesto la piel de gallina, has logrado trasmitir tanto!
    Bendita seas querida amiga, no sabes lo orgullosa que me siento de tí y de Gazú, siento que realmente han crecido espiritualmente durante estos años juntos, y esta madurez les ha permitido a travesar esta maravillosa experiencia disfrutándola realmente. Mael y ahora Sabrina son extensiones de su amor.
    Los quiero y admiro muchísimo.
    Un gran abrazo,
    Ceci

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  7. Hola, soy Silvia, amiga de Paola, te conozco a través de ella y ahora a través de tu relato. Tu valentía me ha traspasado, la historia de la llegada de Sabrina me ha conmovido profundamente, a través de ti y tu experiencia me siento aún más orgullosa y feliz de ser mujer, una mujer que llegado el momento también elegirá tener un embarazo y un parto conciente y natural. He sentido la respiración y la vibración de la naturaleza salvaje femenina con cada palabra tuya. Mil gracias por compartirlo. Un abrazo

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  8. Felicitaciones Romina y familia por este parto tan bien realizado, lleno de valentia y responsabilidad, metas y principios, contra viento y marea. Mas mujeres como tu para este mundo! Mas mujeres que ejercen su derecho al buen parir! Cuidate mucho y para adelante.Leonie

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  9. Romy la fuerza y valentia que cada mujer posee es incalculable, los hijos son esa fuerza espiritual que nos mantienen unidas a nuestra esencia de ser mujer, madre, esposa, hija y ser humano con gran poder de decisión y mucha determinación para llevar al final y con excito nuestra grandiosa misión de ser madre... Cada día te respeto y admiro más, me siento orgullosa de ser tu amiga
    con kriño
    Erika

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  10. Querida Romi:

    Con mucha atención leí tú experiencia, gracias por compartirla, lo que más me impacta es vuestra claridad en su intención y a partir de ello su enfoque, determinación, perseverancia y confianza.
    Felicito tu iniciativa de llegar a más mujeres con el mensaje de que el alumbramiento es parte de nuestra naturaleza, en nuestro propio tiempo y rítmo, lo cual, es poco comercial, pocas veces nos hacen saber lo que implica también aceptar estas supuestas condiciones "ideales" jugandonos al susto y abusando de nuestro instinto de conservación de nuestro crio.
    Tú y Gazu, son además toda una lección en lo que se refiere a la relación de pareja y muestra de lo vital de la intervención del padre como parte de la conclusión de la procreación, rol al que los hemos obviado culturalmente y solo los tomamos en cuenta como indefectible a la hora de la concepción.
    Les envío mi sincera felicitación y todo mi amor.
    Gisela Bianchi

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  11. Querida Romi, tu compartir es el grito de toda mujer que quiere tener a su bebe de la forma natural, y es cierto lo que dices cuando eres primeriza quieres dar a luz de forma natural, pero el sistema y tu entorno cercano, te transmite miedos, por las experiencias de nustras madres, tias y abuelas, por que en su epoca no habia esta informacion, aunqaue creo que las abuelas si han dado a luz naturalmente, por desgtracia han tenido perdidas a los dias de nacidos o meses, la razon era que los medicos no tenian los implementos que hay, hoy.

    Felicidades Romina, Gazu y Mael
    Bendiciones

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  12. Sería bueno que nos digas donde queda Pakarii, la casa de nacimientos que indicas.

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  13. hola Romi, gracias por compartir tu experiencia. Me has dado mucha fortaleza. Espero replicar una crónica con mi caso, espero que sea un éxito.
    Un abrazo a los 4
    Angela

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  14. Una breve historia lleno de amor. Los admiro como pareja y como padres. Dios los siga bendiciendo por siempre. Exitos!!! ❤❤

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