Por Romina González Copello
25 de Septiembre 2011
El apego es definido como afecto, cariño o estimación hacia una persona o cosa. Más ampliamente, el comportamiento de apego se define como toda conducta por la cual una persona mantiene o busca proximidad con otra persona considerada como más fuerte. El desapego es más bien definido como falta de cariño o interés hacia alguien o algo, alejamiento, distanciamiento, frialdad. Esto, simplemente como conceptos, en mi experiencia ambos son maravillosos, fortalecedores y generadores de libertad.
El apego es ese vínculo especial entre nosotros y nuestros hijos, el proceso a través del cual nuestros pequeños establecen y mantienen en el tiempo un lazo con nosotros, sus padres; este lazo les brinda sentimientos de seguridad que son los motivadores para tomar algo de distancia de nosotros y explorar el mundo a su alrededor. El apego es un vínculo que se fortalece y crece a través de las interacciones que sostenemos, por eso la importancia del contacto físico, las palabras amorosas, la proximidad, los arrullos, las canciones y los juegos. El desapego es la libertad de tomar distancia para explorar, experimentar con confianza y con la certeza de que estarán de vuelta en esa base solida que los contiene y protege. El desapego tiene mucho que ver con vivir presentes, aquí y ahora, haciendo lo mejor que sabemos y podemos, aceptando las experiencias tal como son, sin querer controlarlas o forzarlas.
Con Mael ha sido maravilloso tomar consciencia de lo importante que ha sido el amor y el tiempo que papá y mamá hemos dedicado a cuidarlo, acompañarlo, promover su desarrollo y alentar su expresión natural desde pequeñito. Hace un par de meses tuvimos la oportunidad de llevarlo un día de prueba al que será su colegio por los próximos años, al despedirse de nosotros, tomamos consciencia de que Mael es un niño feliz y amoroso, convencido de que mamá y papá están ahí, más allá de la distancia y de las horas, se quedó feliz en el colegio y nos despidió con una dulce sonrisa que denotaba confianza, goce y libertad.
Con Sabrina, llevarla frecuentemente en el fular portabebés es casi casi como llevarla integrada a mí y la lactancia materna es un contacto que va más allá de lo físico, compartimos un lazo intensamente hermoso, aún así, a pesar de esa intensidad, la seguridad que experimenta hoy por hoy, a sus nueve meses, en cada uno de sus descubrimientos, en sus actividades y con su nueva acompañante diurna, es sorprendente, muestra determinación, alegría, carácter, así como emociones a flor de piel, a través de su mirada, postura y risa. Sabrina parece estar instalando en su pequeño ser, la certeza de que mamá y papá se van por un momento pero siempre vuelven.
Considero que nada de esto sería posible, si papá y mamá no hubiéramos evolucionado en nuestra relación de amigos, amantes, compañeros y padres. No soy psicóloga ni pretendo hablar de este tema desde el punto de vista psicológico, simplemente hablo desde mi experiencia con la intención de compartir con las personas, por puro gusto, porque me gusta la gente y porque al compartir experiencias, creo yo, crecemos. Entonces llego a este punto, con siete años y medio compartiendo juntos, Gazú y yo nos encontramos viviendo un amor libre, en el mejor sentido de la palabra, no es un amor de necesidad, es más bien un amor de confianza y libertad, aceptando, reconociendo, cooperando y viviendo presentes con la consciencia de que no hay separación, la separación es una ilusión que parte de los temores de un tiempo que no es hoy. Nuestro amor es desapegado y eso lo hace intenso, profundo y eterno.
Esta vida que cuento parece de sueño, aún así, es una vida real, es mi vida familiar. No he descrito conflictos porque no elegí enfocarme en ellos hoy, los reconozco como parte de la vida y estoy consciente que ocurren, a veces por elecciones mías de provocarlos, a veces por elecciones mías de enganchar en los conflictos de mis seres amados, aún así, la clave para mí es reconocerlos, aceptarlos y utilizarlos como oportunidades de seguir creciendo aprendiendo y avanzando.
Hoy simplemente quiero compartir contigo mi experiencia de vivir en el equilibrio armonioso entre el apego y el desapego, mi experiencia de estar viviendo libre y presente en amor y en gratitud, haciendo lo mejor que puedo y sé, soltando y confiando en que el mayor bien ya está dado. Un poquito de esto cada día puede hacer una gran diferencia en la vida.
Muy interesante Romina, no sabía que escribías, de verdad te felicito y sobre todo te entiendo porque a nosotros nos pasa algo similar, vivimos en armonía y estamos casados jeje, y como tú dices en un amor libre en el verdadero sentido de la palabra.
ResponderEliminarGracias, lo voy a compartir en el fbk
muy bonito!!! el amor siempre está por encima de todo y hace que todo sea mejor y más bonito. besos
ResponderEliminarAmiga querida, es lindo ver crecer a tus hijos seguros y libres... Sabrina se queda tranquila conmigo cuando te vas y cuando te ve volver explota de alegría! :) Maelito también... me encanta como habla como grande, sus ocurrencias son tan graciosas! y siempre me sorprende la seguridad que tiene acerca de lo que quiere... Me encanta los papás qeu son los dos. Los quiero mucho!
ResponderEliminarEse mundo maravilloso del apego y desapego, lo he reaprendido de nuevo, junto a Leandra y Aldo, y tambien es cierto que hay sus conflictos creados por una misma, que luego reconocemos y es tratado en la breveda.
ResponderEliminarBueno yo no tengo hijos, pero sobre el apego y desapego estoy de acuerdo con el hecho que no se debe forzar a las cosas en la vida y vivir presentes es muy importante; porque a veces tomamos decisiones erradas y despues nos arrepentimos...
ResponderEliminarRomina tu familia es un ejemplo de amor... los quiero..